Nuestro amor era igual que una tarde de abril,
que también es fugaz como ser feliz.
Pudo ser y no fue, por ser la vida como es:
nos dio la vida del revés, ¿lo ves?, ¿lo ves?
Nuestro amor era igual que una mañana sin fin,
imposible también como no morir.
Dejó de ser o será, porque el diablo es como es:
juega contigo al esconder, ¿lo ves?, ¿lo ves?
Y ahora somos como dos extraños que se van, si más,
como dos extraños más, que van quedándose detrás.
Yo sigo estando enamorado
y tú sigues sin saber si lo has estado
y si te quise alguna vez: ¿lo ves?, ¿lo ves?
Después nos hemos vuelto a ver alguna vez y siempre igual,
como dos extraños más, que van quedándose detrás.
Este extraño se ha entregado
hasta ser como las palmas de tus manos.
Y tú sólo has actuado.
Y yo, aún sabiendo que mentías, me callé.
Y me preguntas si te amé, ¿no ves?, ¿no ves?
Yo que lo había adivinado
y tú sigues sin saber que se ha acabado.
Por una vez escúchame: ¿no ves?, ¿no ves?
Míranos aquí diciendo adiós.