Gianmarco Javier Zignago Alcóver, conocido simplemente como Gianmarco, es una figura icónica de la música latinoamericana. Con una carrera que abarca más de dos décadas, este talentoso cantante y compositor peruano ha logrado conquistar corazones en todo el mundo gracias a sus emotivas letras y melodías memorables. A lo largo de su trayectoria, Gianmarco ha pasado de ser una promesa juvenil a convertirse en una leyenda viva de la música en español.
Nacido el 17 de agosto de 1970 en Lima, Perú, Gianmarco creció en un ambiente musical. Hijo del actor y músico argentino Javier Zignago y de la famosa cantante peruana Regina Alcover, el arte corría por sus venas desde temprana edad. Rodeado de canciones y melodías, Gianmarco desarrolló una pasión natural por la música. A los 11 años, ya había escrito su primera canción y, poco después, aprendió a tocar la guitarra y otros instrumentos, lo que marcaría el inicio de su carrera.
En 1985, Gianmarco debutó en el programa de televisión "Trampolín a la Fama", donde ganó su primer reconocimiento. A partir de ahí, su carrera despegó. Lanzó su álbum debut en 1990, titulado "Entre la Arena y la Luna". A pesar de ser un álbum inicial, este trabajo demostró su capacidad para escribir letras con una profundidad emocional inusual, lo cual llamó la atención del público y críticos por igual.
El verdadero salto a la fama internacional llegó con su álbum "A Tiempo" (2002),
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El Plebeyo
La noche cubre ya con su negro crespon,
de la ciudad, las calles que cruza la gente
con pausada acción.
La luz artificial, con debil proyección,
propicia la penumbra que esconde en su sombra
venganza y traición.
Después de laborar, vuelve a su humilde hogar,
Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo,
el hombre que supo amar, y que sufriendo está
esa infamante ley de amar a una aristócrata
siendo plebeyo él.
Trémulo de emoción, dice así en su canción:
El amor siendo humano, tiene algo de divino.
Amar no es un delito, porque hasta Dios amó.
Y si el cariño es puro y el deseo es sincero,
Y¿por qué quitarme quieren la fe del corazón?
Mi sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor.
Ella de noble cuna y yo, humilde plebeyo,
no es distinta la sangre, ni es otro el corazón.
Señor, Y¿por qué los seres no son de igual valor?
Así en duelo mortal, abolengo y pasión,
en silenciosa lucha condenarnos suelen
a grande dolor, al ver que un querer,
porque plebeyo es, delinque si pretende
la enguantada mano de fina mujer.
El corazón que ve destruido su ideal,
reacciona y se levanta en franca rebeldía,
que esconde en su humilde faz.
y el plebeyo de ayer es el rebelde de hoy,
que por doquier pregona la igualdad en el amor.