Desde que tus ojos a los míos se fijaron...
Desde ahí fue mi destino,
yo nací para quererte,
solo Dios solo la muerte,
nos separe de este amor.
ámame no seas ingrata,
compadécete de mí,
mira que, yo soy el hombre,
que para amarte nací,
por el cielo van volando,
no las puedo distinguir,
cuatro palomitas blancas,
cual será mi porvenir,
que bonitos par de ojitos,
los quisiera retratar,
y ponerlos en vidrieras,
o en pilares de cristal.