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Hace ya mucho tiempo, el Hombre, durante las largas noches de invierno, afilaba y pulía una piedra dentro de su cueva. Y después, cuando se fundieron las nieves, pidió al viejo roble una de sus ramas. Entonces, el hombre malvado fabricó un hacha y, con ella, hizo astillas el árbol indefenso. Al ver aquella maldad, los árboles, horrorizados, subieron a la cima de la montaña y allí se juntaron formando un pueblo fuerte y libre. Así nació el Bosque.
Los Gnomos juraron ser siempre los fieles guardianes del Bosque y se refugiaron en el interior de la Tierra. Pero, cuando descubrieron el primer diamante, desearon poseer más y acumular muchos tesoros, y de esta manera los habitantes del Bosque perdieron a los pequeños genios que los protegían. Sólo tres Gnomos, Flok, Mik y Puk, permanecieron fieles a su juramento porque amaban todas las cosas vivas: todo lo que crece y florece, lo que canta y ríe, lo que brota y renace.
Año tras año, el Bosque despertaba del sueño del invierno y reverdecían los árboles. Mientras tanto, los tres Gnomos escribían juntos el libro que recoge su historia.
Una tarde, al ponerse el sol, Flok oyó un llanto muy triste y quiso saber de quién procedía.
No muy lejos de allí, encontró a la avispa Zumba, que había quedado atrapada en una inmensa telaraña.
—¡Oh, buen Flok, sálvame! ¡La araña está lejos, pero volverá enseguida! — exclamó la prisionera.
Después de mucho pensarlo, Flok se compadeció y la liberó.
—¡Gracias, y de ahora en adelante cuenta siempre conmigo! — dijo la avispa al emprender el vuelo.
Mitad feliz, mitad triste, mientras Flok pensaba si había actuado bien o mal, vio que algo se movía en la superficie del estanque que formaba un remanso del río.
Flok fue a explicar a sus compañeros lo que le había sucedido con la avispa Zumba. Mik y Puk le reprendieron, ya que al ayudar a la avispa había perjudicado a la araña y había alterado así, el buen orden y el equilibrio del Bosque. Sin embargo, Flok les dijo que, gracias a ello, había visto algo extraordinario, aunque no sabía de qué se trataba.
Los tres juntos, descendieron aquella noche al estanque para ver qué era lo que se movía sobre el agua. De repente, oyeron una voz que decía:
—¡Flok, caiga sobre ti el peso de tu traición! Has roto mi telar, toda mi labor. ¡Que el mal caiga sobre ti, Flok! ¡Soy yo, la araña, quien te maldice!
Al nacer el día, los tres Gnomos vieron surgir del estanque la más bella criatura que, ni en sueños, habían podido imaginar.
El prudente Flok, haciendo un gran esfuerzo, dijo:
—¡Visión maravillosa! Quienquiera que seas, el viejo Flok te saluda y te da la bienvenida en nombre del Bosque. Pero dinos quién eres y de dónde vienes.
—Nací en el fondo del agua, donde no llega el Sol y el Viento nada puede mover, donde el silencio es música, donde todo sueña y se mueve lentamente. Soy hermana de los lirios y mi nombre es Liliana.
Desde aquel día, los tres Gnomos no pensaron más que en permanecer junto a aquel ser recién llegado. No se acordaron ya del Bosque ni de su juramento, pues su única tarea consistía en adorar a Liliana.
Una hermosa mañana de abril, Flok y Mik tuvieron el mismo pensamiento y, sin ningún tipo de compasión, Mik arrancó la flor más perfecta... y Flok atrapó una espléndida mariposa. Liliana aceptó, halagada, aquellos presentes. Con los pétalos de la flor muerta se hizo un vestido, y con las alas de la mariposa adornó su espalda.
Nadie escuchó los lamentos de agonía de las dos víctimas, sólo Puk, con las manos vacías se dio cuenta y sufrió. El sensible Puk sentía una gran tristeza por la flor rota y la mariposa sin alas. Pero, a su vez, él también quería ofrecer un regalo a Liliana.
Puk, pensativo, llegó al estanque donde croaban las ranas. Entonces, las reunió y les hizo aprender su canción de amor y, rodeando el palacio de Liliana, el viscoso orfeón inició su canto.
Flok y Mik se echaron a reír, burlándose del concierto y del compositor. Y Puk les respondió sin perder la calma:
—No me duele hacer reír. Puede que la música y los versos que he escrito sean malos, pero, al menos, no cuestan vidas.
De esta manera, mientras Liliana miraba sonriente, se rompió la amistad de los tres Gnomos y comenzó la amarga rivalidad.
Después de aquel día, una mañana en que, como todas, los tres Gnomos, bajaban al estanque por caminos diferentes, oyeron, de pronto, voces y risas: era Liliana que escuchaba complacida las palabras de Flor de Lino, el rey de los elfos.
—¿Qué haces sola en el Bosque, sola en el estanque? ¡Ven al valle, ven a la vida, ven con los elfos, a mi reino de amor! Allí se canta, se ríe y se baila, tanto a la luz de la luna, como a pleno sol.
Y de una brazada, Flor de Lino sentó a Liliana en su hombro y remontando el vuelo, se elevó hacia el cielo.
Flok, Mik y Puk pasaron muchos días esperando y esperando... Un mismo amor los había separado y, ahora, un mismo dolor volvía a unirlos.
Y llegó Fobia, la liebre, quien plantándose ante ellos, con voz que la rabia y el miedo hacía temblar, les dijo:
—Bosque, ¿dónde están tus valientes defensores? ¡El Hombre está dentro del Bosque! ¡Y lleva consigo el arma de rayo y de muerte!
De un salto se levantaron los tres Gnomos y, cogiéndose de las manos, gritaron:
—¡El Bosque está en peligro! ¡Unámonos por nuestra patria! ¡Todos para uno y uno para todos!
Se oyó entonces un fuerte zumbido.
Y Flok vio a Zumba, la avispa:
—¡Bienvenida, Zumba! — exclamó contento — ¡Si un día fuiste causa del mal, que ahora el mal se convierta en bien! Convoca al pueblo del aguijón. El Bosque está en peligro.
Poco después, se extendió una nube pavorosa que lanzaba rugidos de muerte. Era el ejército de los aguijones, los soldados de Flok, de Mik y de Puk: un desfile de avispas, abejas, abejorros y mosquitos, todos avanzando como una gran legión.
—¡Contra él! — gritaron todos a una.
Y todo el ejército se abalanzó sobre el Hombre que, vencido, se alejó para siempre.
Así renació la paz y, con ella, el gozo de vivir. Volvieron los otoños y las primaveras. Y los Gnomos volvieron a ser lo que habían sido antes: los fieles guardianes del Bosque.
Y si viajando por sus profundidades os dejan ver su Gran Libro, no busquéis en sus páginas la historia de Liliana. No está allí. Ni siquiera su nombre ha quedado escrito en él.