Whisky Doble
¿Quién podría sospechar cómo se daría la noche?
Se prepara en medio baño, se mira al espejo y un poco de spray.
Va calculando dónde estaría el mejor trago,
debería ser barato y poder irse sin pagar.
Se sienta en la mesa, comienza su caravana
y, con un whisky doble, arranca la noche del pescador.
Varios intentos fracasan, se notan en su mirada,
él deja la mesa y va en busca del gran mostrador.
Para sentirse mejor se va chamuyando al barman,
le cuenta su caravana, le miente diciendo que es un catador.
Se retira sin respuestas, se va esquivando las mesas
y, antes de cruzar la puerta, se toma un vaso que alguien dejó.
Otra noche más de calavera,
iba en busca de su presa y arruinar su corazón.
Otra noche más de caravana
y no le importa si su alma al diablo se la vendió.
Por la peatonal camina y con su lengua asesina,
le hace la lagartija a una mujercita que no era mayor.
Tuvieron que rescatarlo, qué personaje divino
y, como todo argentino, se va diciendo que es un ganador.
Dentro de su borrachera sólo queda la esperanza
que a las 3 de la mañana le queda un intento que ya programó.
Avanzada la madrugada y esa mujer no llegaba,
se sienta en la cama y piensa qué fue lo que le pasó.
Otra noche más de calavera,
iba en busca de su presa y arruinar su corazón.
Otra noche más de caravana
y no le importa si su alma al diablo se la vendió.
Otra noche más de calavera,
iba en busca de su presa y arruinar su corazón.
Otra noche más de caravana
y no le importa si su alma al diablo se la vendió.