Lisboa era brisa de Alfama y de mar,
mar como lanzada de sal sin secar.
Lisboa era el mundo, Lisboa era luz
Lisboa era mía, Lisboa eras tú.
Lisboa era un puerto donde yo atraqué,
Lisboa era un sueño dentro del cuartel
que tus labios dulces supieron romper
Lisboa te amaba, como yo te amé.
Derramando besos llegué hasta el final,
donde las palabras no quieren hablar.
Me serví otro trago, y otro trago más:
Lisboa era el paso hacia la eternidad.
Lisboa pedía el poema mejor,
la mirada más tierna, flores, la voz,
la sangre más joven de mi corazón
Lisboa era el tiempo, Lisboa era yo.
Lisboa de barcos, turquesa y hollín;
Lisboa y tu pecho, Lisboa y carmín.
Lisboa era un verso, Lisboa era el sol
Lisboa no tenía herida y lloró.
Lisboa fue lluvia, tabaco, y canción
Liboa fue como un desgarro de ron
que prendió en la almohada cuando amaneció
Lisboa gritaba cuando dije adiós.
Lisboa me grita diez años después
la voz más amarga, más dura que ayer.
Lisboa me cuenta que te abandoné
y Lisboa te ama como yo te amé.