¡Decí, por Dios, que me has dao,
que estoy tan cambiao!...
¡No sé más quién soy!...
El malevaje extrañao
me mira sin comprender;
me ve perdiendo el cartel
de guapo que ayer
brillaba en la acción.
No ven que estoy embretao
vencido y maniao
en tu corazón.
Te vi pasar tangueando, altanera,
con un compás tan hondo y sensual,
que no fue más que verte y perder (1)
la fe, el coraje, el ansia’e guapear...
No me has dejado ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz.
Ya no me falta pa completar
más que ir a misa e hincarme a rezar.
Ayer, de miedo a matar,
en vez de pelear,
me puse a correr...
Me vi en la sombra o finao,
pensé en no verte y temblé.
Si yo –que nunca aflojé—
de noche angustiao
me encierro a llorar... (2)
¡Decí por Dios que me has dao
que estoy tan cambiao!...
¡No sé más quien soy!