Porque he andado los caminos,
y conozco el desatino,
comprobé que todo pasa
porque tiene una razón.
Cuando a veces nos cegamos,
fue que no quisimos ver
y el porque de equivocarnos
casi siempre es aprender.
Como locos damos vueltas,
en la rueda de la vida
sin siquiera darnos cuenta
que uno mismo es quien la gira.
Uno mismo se enreda,
uno mismo se ordena,
uno mismo se hunde,
uno mismo se eleva.
Uno mismo se encierra
y se corta las alas,
uno mismo se enferma,
uno mismo se sana,
uno mismo se odia,
uno mismo se ama.
Sólo muy de vez en cuando
descubrimos la verdad,
cada vez es más difícil
arrancar un antifaz.
Nos volvemos marionetas
en las manos del destino,
por temor a confrontarnos
ser muñecos preferimos.
Uno mismo se aleja,
uno mismo regresa,
uno mismo se pierde,
uno mismo se encuentra.
Uno mismo es su suerte
y más allá de la muerte,
uno mismo es la niebla,
uno mismo es la llama,
uno mismo se enciende,
o uno mismo se apaga.