Ciega por el vino,
saliste al camino
pensando no se qué;
buscando que el placer
te diera aliento.
Ni triste, ni aburrida,
soberbia y mal herida,
tan sola como va
un ángel por una avenida.
La luna en tus ojos
rociado de perlas,
brillaba tu vientre,
temblaban tus piernas;
prendí un cigarrillo
y fumé silbando,
silbando.
Busqué por todos lados,
me doblé en los bares,
miré por las ventanas,
y nunca volví a ver
tus ojos como planetario.
Temblando entre los sauces
las luces de los autos,
como voy a olvidar
los patos nadando en el lago.
La luna en tus ojos
rociado de perlas,
brillaba tu vientre,
temblaban tus piernas;
prendí un cigarrillo
y fumé silbando,
silbando.
La luna en tus ojos
rociado de perlas,
brillaba tu vientre,
temblaban tus piernas;
prendí un cigarrillo
y fumé silbando,
silbando.