No te crees nada de lo que digo,
sólo quieres ser mi amigo,
pasas el rato conmigo,
cine y luego de bar en bar.
No tengo ni calderilla, dices
fumando una colilla,
tu sonrisa entre patillas
de pirata en alta mar.
Y me enciendo como una cerilla
y hace tin mi campanilla
cuando me rozas con la hebilla
de tu negro cinturón.
¿Qué hora es? Son más de las tres.
Me voy a casa, ya sabes por qué,
ya debería estar en pijama,
me estás matando con esta vida insana.
No te crees nada de lo que digo,
sólo quieres ser mi amigo,
pero metes la lengua en mi ombligo
para desesperarme aún más.
Y tú aún llevas zapatillas
y yo no soy ya una chiquilla
y aunque escondo la cuchilla
no te acabas de fiar.
Se me doblan las rodillas,
me derrito como mantequilla,
y olvido un rato la astilla
que atraviesa mi pobre corazón.
¿Qué hora es? Son más de las tres.
Me voy a casa, ya sabes por qué,
acabarás por morder la manzana,
si no de qué tengo yo esta mala fama.
Oh, me encanta tu buhardilla,
la guitarra sobre la silla,
en el techo una bombilla,
en el suelo nada más que un colchón.
Se pueden tocar las estrellas
en el reflejo de las botellas,
sé que estás pensando en ella
cuando hacemos el amor.
Ya eres más que un buen amigo
y aún no te crees nada de lo que digo,
soy adicta a este castigo,
ay, ay, y a ese negro cinturón.
¿Qué hora es? Son más de las tres.
Me voy a casa, ya sabes por qué,
voy de cabeza toda la semana
y no me puedo levantar tarde mañana.
Te daré mi amor eterno
mientras dure el frío invierno,
no pienso volver al infierno
de la vida conyugal.