La lluvia, recogida en puño
Demasiada piel
Demasiado que perder...
Pero todo lo perdió
Venía mascullando su oración
Luciendo el altozano en el costal
Bullendo -igual que bulle el miedo sujeto al ronzal-;
Arrastrando el sinsabor de su sola soledad
Enséñame tus alas de zorzal
Aburridas de rezar
Entre el brillo y el espanto
Tu aliento de tomillo, tu verdad
Tu mirada de humedad
Tu dolor de Viernes santo
Traía, en la ojeras, una luz
Brotando de la grieta que pintó
Quería que su romería fuese multitud
Y, el de los brazos en cruz
Nunca, de ella, se acordó
Enséñame esa noche que tendrá
Una senda que labrar
Que me cubra con su manto
Que no me despedace al recordar
Que no pude remendar
Tu dolor de Viernes santo
Y en esta orilla, que chilla de tanto aguantar
Fue la costilla rota de Adán;
La de la vieja Andalucía rebuscando pan;
La que ha masticado el sol; la salina de mi sal
Enséñame tus alas de zorzal
Aburridas de rezar
Entre el brillo y el espanto
Tu aliento de tomillo, tu verdad
Tu mirada de humedad
Tu dolor de Viernes santo
Enséñame esa noche que tendrá
Una senda que labrar
Que me cubra con su manto
Que no me despedace al recordar
Que no pude remendar
Tu dolor de Viernes santo