El extraño llegó con sueños muy distintos
Pero la vio,
Como solo puede verse un espejismo
Dentro del corazón.
Él adivino un destino en su cara,
Ella intuyó su cruz.
Fue mezclar lo del Cielo
Con la vida a ras del suelo
Y comprender,
Que los edenes perdidos
Siempre se encuentran
Por casualidad.
De repente,
La una frente al otro
Sin saber lo que sienten.
Paraíso sin serpiente,
No lo busques que no quedan.
No existen frutas prohibidas,
Si no bocas que se cierran.
Y ese amor, tan sagrado,
Tan callado, tan secreto,
Tan contado,
Tan de dos y tan de nadie,
Tan puro y de pecado,
Tan furtivo y murmurado,
Tan sin perdón de Dios.
Y esa historia sin focos,
Ni testigos,
Tan de sueños enemigos,
Tan posible, y tan quimera,
Tan de noches sin fronteras
De inocencia y penitencia
De un quererse porque sí.
Dos solitarios,
Dándole al mundo,
Su sin razón de ser.
Y ese afán
De estar juntos
Contra todo
Sin infierno y sin tesoro,
Sin premios sin castigos
Sin que seré contigo.
Con un anillo de oro
Escondido en un cajón,
Y ese amor tan libre, y cautivado,
Tan de luz y penumbroso
Tan limpio y peligroso,
Que no se calla ni miente,
Tan de qué dirá la gente.
Árbol del bien y el mal.
Dos solitarios,
Dándole al mundo,
Su sin razón de ser.