Las agujas del reloj,
Se clavan como un puñal, pero,
Pero la música no sangra,
Porque en su alma tiene algo de inmortal,
Vengo a cruzar el portal,
Que separa el arte del silencio,
Donde no existe el bien y el mal,
Donde el final es tan solo otro comienzo,
Vuelvo a cruzar el portal,
Igual de impuntual que la primera vez,
Vuelvo a este ritual, en un nuevo salto mortal sin red,
A poner el corazón en el tablero de ajedrez,
Y es que, este es mi nacimiento,
Donde tan sólo el tiempo puede ejercer como juez,
Y yo vuelvo a ser un pez en el desierto,
Con el corazón muerte de sed,
Y el alma a merced del viento,
Acariciado corazón, mi testamento.