Dos semanas marinero
sin poder salir al mar,
dos semanas prisioneros
ya no hay sidra en el lagar.
Maldita sea la hora,
cómo sopla el condenado
la falda me ha levantado
cuando venía hacia aquí
y el candil se me ha apagado
yo me quisiera morir.
Estoy harta de este encierro,
de estas bestias de este olor
y para colmo de males quieren
estos animales con su feroz egoísmo
casarme mañana mismo
son su maldito patrón
entre tanta pestilencia
se me acaba la paciencia
que el viento de mí se apiade.
Ay quién pudiera volar
por encima de los muros,
de los mares, las estrellas
por encima de las olas,
de las nubes, de los cielos
por encima de la arena,
de los ríos, de los hielos,
por encima y por debajo,
volar lejos, volar alto.