A puro sol escribo, a plena calle,
a pleno mar, en donde puedo canto,
solo la noche errante me detiene
pero en su interrupción recojo espacio,
recojo sombra para mucho tiempo.
El trigo negro de la noche crece
mientras mis ojos miden la pradera
y así de sol a sol hago las llaves:
busco en la oscuridad las cerraduras
y voy abriendo al mar las puertas rota
hasta llenar armarios con espuma.
Y no me canso de ir y de volver;
no me para la muerte con su piedra,
no me canso de ser y de no ser.
A veces me pregunto si de donde
si de padre o de madre o cordillera
herede los deberes minerales,
los hilos de un océano encendido
y se que sigo y sigo porque sigo
y canto porque canto y porque canto.
No tiene explicación lo que acontece
cuando cierro los ojos y circulo
como entre dos canales submarinos,
uno a morir me lleva en su ramaje
y el otro canta para que yo cante.
As pues de no ser estoy compuesto
y como el mar asalta el arrecife
con capsulas saladas de blancura
y retrata la piedra con la ola,
así lo que en la muerte me rodea
abre en mi la ventana de la vida
y en pleno paroxismo estoy durmiendo.
A plena luz camino por la sombra.