Nació un cuatro de diciembre
en mil novecientos veinte
lo alumbró con dinamita
Santa Bárbara bendita.
Se hizo revolucionario
al llegar el treinta y cuatro.
Asaltó un cuartel en Grado,
se echó al monte y lo cazaron.
Pasionaria fue a la cárcel
y el guardián le dio las llaves.
Abrió celdas y cerrojos
y echó a todos a la calle.
En el Quinto Regimiento
junto al Puente Los Franceses
topó cuerpo la metralla
y acabó la guerra en casa.
Picador de la Tercera
en el pozo María Luisa
codo a codo sin mirarla
con la muerte que no avisa.
Lo llevaron para Oviedo
con la huelga de Febrero.
Una llaga todo el cuerpo
de los golpes que le dieron.
Los pulmones destrozados
y la edad lo jubilaron.
Por las tardes va despacio
del partido al sindicato.
Perdedor en cien mil batallas
nunca supo del fracaso
hasta ver cómo su sangre
se enganchaba en el caballo.
Lo encontraron en la cama
cuando despuntaba el alba
redactando en su libreta
la que fue su propia esquela.
A sus pies amontonado
todo el siglo vio ante sí
los periódicos gritaban:
"cayó el muro de Berlín".