"A mí los dieciocho
me pasaron de largo,
estrenando opiniones,
intenciones y cantos.
Como todos los chicos,
con el puño cerrado
y en las puertas abiertas
el futuro esperando.
Al tuyo, bruscamente
te lo desamarraron
y te hiciste a la niebla
en el mar del espanto.
Encallaron tus sueños... Daniel
en la turba y el barro.
Fue la muerte bandera...
y la vida un milagro.
Lo mío fue distinto... Daniel...
lo mío no fue nada.
Yo no tengo esa sombra...
que vaga en tu mirada.
Mi batalla fue el riesgo
de un machete escondido
y mi pozo de zorro,
un amor y un olvido.
Mi fusil, las pintadas
en los muros vacíos
y el morir por la Patria,
un discurso florido.
Tu excusa de ser hombre:
algo más que el motivo
de la barba y el porte
y el salir con los amigos,
fue volverte habitante... Daniel
de la lluvia y el frío;
asumir el naufragio
con los cinco sentidos.
Lo mío fue distinto... Daniel...
lo mío no fue nada.
Yo no tengo esa sombra...
que vaga en tu mirada.
Mi asunto fue un asunto
de madre preocupada
que no fuera muy tarde
el regreso a la casa.
De domingo a domingo
me peinaba las alas,
sin andar cada jueves
reclamando su alma.
La tuya, sin embargo,
agotaba hasta el alba
las escasas noticias
de las islas lejanas.
Un indicio cualquiera... Daniel
un rumor que saltara,
por pequeño que fuera...
era ya la esperanza.
Lo mío fue distinto... Daniel...
lo mío no fue nada.
Yo no tengo esa sombra...
que vaga en tu mirada.
El tiempo irá trayendo
la amnesia inexorable.
Habrá muchas condenas
y pocos responsables.
Dirán que fue preciso,
dirán, ""inevitable"",
y al final como siempre
será Dios el culpable.
La historia necesita
en sus escaparates,
ocultar el trasfondo
de tanto disparate.
No es tuya la derrota... Daniel
no cabe en tu equipaje,
¿Acaso las gaviotas...
otra vez en el aire?
Lo mío fue distinto... Daniel...
lo mío no fue nada.
Yo no tengo esa sombra...
que vaga en tu mirada."