Ay, corazón, barrio del alma,
arrabal de los sueños peregrinos,
geografía interior que no se acaba
en el primer recodo del camino.
Ay, corazón, relampagueas
cuando sientes vecina su presencia,
su melena trigal se balancea
al aire superior de las esencias.
Ay, corazón, cómo tristea
una sombra doliente en tu costado
cuando un halo de niebla la rodea
en la infancia casual de algún enfado.
Ay, corazón, cómo anocheces
en el tacto añorado de su talle,
tu alegría habitual se desvanece
con la bruma emigrante de la calle.
Ay, corazón, cómo galopas
cuando la pirotecnia de tu risa,
epicentro de luz, llena tu copa,
tus dominios detrás de la camisa.
Ay, corazón, han capturado
tu sensual vocación de ""pasionero""
con sutiles cadenas te han llevado
a una celda de besos prisionero.
Ay, corazón, cuánto la quieres,
qué montaña de amor desmesurada,
para amarla a esa altura se requiere
que des tu libertad por extraviada.
Ay, corazón, no es razonable
condenar tus fervores al exilio,
amor sin libertad es impensable,
libertad sin amor es un suicidio.