Cállate, no digas más bobadas,
no trates de aclararme lo que es inaclarable.
No me pidas perdón, que no hay perdón que valga
cuando se juega sucio con un alma impecable.
Cállate, no me valen tus lágrimas.
Ya conozco ese llanto y es demasiado tarde,
has manchado mi honor, mi amor y tu palabra
y al que traiciona todo, se le llama cobarde.
Cállate, no ahondes más la herida,
está doliendo mucho y voy a desangrarme.
Mejor es que te marches a buscarte la vida
antes de que me olvide cómo he de comportarme.
Cállate, es a mi a quien le toca
llorar por mi amor propio reducido a pedazos
y por este deseo que ahora me provoca
echarte de mi alma y cerrar de un portazo.
Si yo sólo quería llenarte de ternura;
de amor y de alegría, de pasión y locura.
Inundar de colores, tus aceras sombrías
y apurar los sabores de la melancolía.
Si yo solo quería poner en tu mirada
la luz del mediodía radiante y diamantada.
Pero por darte tanto, se han secado mis ríos,
mis fuentes y mi llanto, y he quedado vacío.